Las 3 enseñanzas del Secuestrador de Cleveland
Ariel Castro, el secuestrador de tres chicas a las que mantuvo cautivas por una década y el cual fue sentenciado a pasar el resto de su vida en la prisión se suicido. Fue encontrado colgado en su celda. De las palabras que dijo en su juicio se pueden extraer lecciones que pueden prevenir casos similares. Veamos:
Aunque estuvo cerca de 15 minutos concentrado en recalcar una y otra vez que no era un monstruo ni un ser violento, sino que estaba enfermo, sin buscarlo Castro arrojó luz para evitar caer presa de su misma “enfermedad” o del comportamiento de alguien similar. A continuación les compartimos tres asuntos a los cuales debemos estar alertas:
Cuidado con la pornografía: En palabras del mismo Ariel Castro, su adicción lo consumió de tal forma que podía estar dos y tres horas seguidas devorando material pornográfico y tras un breve descanso, volvía a la misma rutina. Esa adicción no implica que la persona va a salir corriendo a secuestrar gente (recordemos el caso del actor David Dochovny, quien se sometió a rehabilitación y regresó a su trabajo). Pero como todo en exceso, hace daño. Si sientes que tus deseos están fuera de control, pide ayuda. La vida es mucho más que sexo.
Sé desconfiado: Ariel Castro iba a la iglesia, trabajaba con escolares, fue compañero de escuela del papá de una de sus secuestradas (Gina de Jesús) y sus vecinos alegan que era buena persona. Uno no confía en nadie que no sean sus padres, familiares o tutores. No se da un paso sin antes notificarles.
No se abordan autos de desconocidos: Cuando Ariel Castro se refirió a Amanda Berry, dijo que ella “se montó en mi carro sin saber quién yo era”, como si eso fuera motivo suficiente para privarla de la libertad. Como algunos recordarán, antes de ser secuestrada Amanda Berry había salido de su trabajo y llamó a su madre para decirle que iba de regreso a su casa. Entonces, alguien se detuvo y le ofreció transportación amablemente, por lo que ella aceptó. Jamás habría pasado por su mente que esa mala decisión la llevaría a estar 10 años cautiva y ser madre de una niña, de 6 años, procreada durante su cautiverio.
Fuente: El Diario NY
Aunque estuvo cerca de 15 minutos concentrado en recalcar una y otra vez que no era un monstruo ni un ser violento, sino que estaba enfermo, sin buscarlo Castro arrojó luz para evitar caer presa de su misma “enfermedad” o del comportamiento de alguien similar. A continuación les compartimos tres asuntos a los cuales debemos estar alertas:
Cuidado con la pornografía: En palabras del mismo Ariel Castro, su adicción lo consumió de tal forma que podía estar dos y tres horas seguidas devorando material pornográfico y tras un breve descanso, volvía a la misma rutina. Esa adicción no implica que la persona va a salir corriendo a secuestrar gente (recordemos el caso del actor David Dochovny, quien se sometió a rehabilitación y regresó a su trabajo). Pero como todo en exceso, hace daño. Si sientes que tus deseos están fuera de control, pide ayuda. La vida es mucho más que sexo.
Sé desconfiado: Ariel Castro iba a la iglesia, trabajaba con escolares, fue compañero de escuela del papá de una de sus secuestradas (Gina de Jesús) y sus vecinos alegan que era buena persona. Uno no confía en nadie que no sean sus padres, familiares o tutores. No se da un paso sin antes notificarles.
No se abordan autos de desconocidos: Cuando Ariel Castro se refirió a Amanda Berry, dijo que ella “se montó en mi carro sin saber quién yo era”, como si eso fuera motivo suficiente para privarla de la libertad. Como algunos recordarán, antes de ser secuestrada Amanda Berry había salido de su trabajo y llamó a su madre para decirle que iba de regreso a su casa. Entonces, alguien se detuvo y le ofreció transportación amablemente, por lo que ella aceptó. Jamás habría pasado por su mente que esa mala decisión la llevaría a estar 10 años cautiva y ser madre de una niña, de 6 años, procreada durante su cautiverio.
Fuente: El Diario NY
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