Variedades

viernes, 17 de agosto de 2007

Chistes

Una pareja sentada cómodamente en el sofá de la sala. De pronto, el hombre le dice a su esposa:
— ¿Sabes? No quiero vivir nunca en estado vegetativo ni depender de una maquina. Si eso me llegar a pasar, solo desconéctala.
Entonces la mujer se levanta y desconecta la televisión.

Durante una visita a un museo, una maestra de primaria se detiene frente a un cuadro y pregunta a los niños:
— ¿Alguno de ustedes sabe por qué los artistas escriben su nombre en la parte de debajo de las obras que pintan?
Una pequeña alza la mano y responde:
—Para saber cómo se deben colgar los cuadros.

Un rabino y un sacerdote católico se encuentran en un día de campo. Como son viejos amigos, empiezan a bromear.
—Este jamón esta delicioso, deberías probarlo—le dice el cura al rabino mientras come un bocadillo—. Ya sé que tu religión no lo permite, pero si no has saboreado nunca este manjar, no has vivido. ¿Cuándo te animarás a romper las reglas y probar un poco?
Con una sonrisa burlona, el rabino responde: –El día de tu boda.

Un hombre ambicioso se encuentra una lámpara de bronce y la frota con fuerza. De ella sale un genio, quien ofrece concederle un deseo.
—Quiero un trabajo muy desafiante— dice el sujeto—. Algo en lo que ningún hombre haya destacado nunca o que ni siquiera haya osado intentar. Entonces el genio chasquea los dedos y convierte al tipo en un ama de casa.

Un viejo muy sordo pero también muy rico decide comprar un aparato ultramoderno para oír. Tras usarlo durante dos semanas, regresa feliz a la tienda donde lo compró.
—Este aparato es una maravilla— le dice al vendedor—. Ahora oigo perfectamente, incluso lo que dicen en las otras habitaciones.
—Su familia debe de estar muy contenta—comenta el empleado.
—La verdad, no lo se. Todavía no les digo que compré el aparato, pero ya he cambiado cuatro veces mi testamento.

La sirvienta le pide a la dueña de la casa que le haga favor de escribirle una carta a un tío suyo. La señora escribe lo que aquella le dicta, y al terminar ella pregunta:
— ¿Quieres que anote algo mas?
—Si. Dígale que disculpe la mala letra.

Durante un juicio público, el magistrado hace callar a la sala:—¡Silencio! Les advierto que si vuelvo a oír que alguien grita "!abajo el juez!", haré que echen a todos a la calle.
— ¡Abajo el juez!—se oye de nuevo. Y aquel aclara:
—La advertencia no lo incluye a usted, señor acusado.

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